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Profesor Blas Alascio: un homenaje a su legado

A mediados de enero falleció el físico Blas Alascio, profesor honorario del Instituto Balseiro. Discípulo de José Antonio Balseiro, fue también uno de los fundadores del grupo de Teoría de Sólidos del Centro Atómico Bariloche. En esta nota, se realiza un recorrido por su trayectoria y se incluyen recuerdos de su esposa, discípulos y colegas.

Fecha de publicación: 10/02/2021

La física teórica del estado sólido de la materia fue el gran campo que intrigó a Blas Alascio durante toda su vida. Magnetismo, superconductividad, sistemas de electrones fuertemente correlacionados fueron algunos de los temas que investigó durante su prolífica trayectoria, que incluyó la docencia y la formación de nuevos investigadores. El 18 de enero, luego de 7 meses en terapia intensiva debido a una neumonía bilateral, sumada a un diagnóstico de COVID-19 y antecedentes cardíacos, el científico y profesor del Instituto Balseiro falleció a los 83 de edad en la ciudad de Bariloche.

Alascio, o “Blascho”, como le decían amigos y colegas, deja un legado clave en el campo de la ciencia y la docencia de la física. En esta nota, además de realizar un recorrido por su trayectoria profesional, se comparten recuerdos de cómo era su personalidad, a partir de testimonios de su esposa, ex alumnos, colegas y amigos.

Licenciado en Física y Doctor en Física por la Universidad Nacional de Tucumán, Alascio realizó la investigación de su tesis de doctorado en el Instituto Balseiro, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO), bajo la dirección de José Antonio Balseiro.

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I+D. Alascio se dedicó a la investigación y docencia en física toda su vida.

Hijo de un ingeniero y una maestra, Blas Alascio nació el 22 de octubre de 1937 en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Con su primera esposa, Verónica Grunfeld, tuvo tres hijos: Susana, psicóloga, Blas, ingeniero químico, y Ana Julia, especialista en datos informáticos sobre deportes. Tuvo siete nietas, y también seis nietos “adoptivos”, nietos de su segunda esposa, Carlota Gamarra.

Alascio fue un gran esquiador y jugador de tenis, y cada tanto se acercaba a algún torneo de bridge. Amaba los perros y se sentaba horas a escuchar música clásica: Dvorak y Beethoven eran algunos de sus compositores preferidos; ópera: incluyendo a Domingo, Pavarotti, Carreras y Callas; y jazz: Louis Armstrong, Miles Davis y Charles Bolling eran sus elegidos. No tocaba ningún instrumento, y si bien le gustaban el dibujo y la pintura contaba que había elegido dedicarse de lleno a la física. Su otro pasatiempo era leer novelas, y prefería el género policial.

Carlota Gamarra, con quien Alascio compartió su vida desde 1977, describió la personalidad de su compañero de vida de la siguiente manera: “La mamá de Blas amaba la música y el piano, así que desde chico fue criado en la pasión por la música. Blas era muy querible, un tipo de sonrisa fácil y de pocas palabras pero sabía escuchar y decir lo justo. Tenía una chispa increíble, era muy inteligente. Siempre digo que lo querían hasta las baldosas”, dice Carlota.

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Esquiador. A los 81 años, Alascio aún disfrutaba de este deporte invernal.

Primeros pasos en la física

En una autosemblanza publicada en la revista de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias (que se puede leer en este link), el mismo Alascio cuenta que desde niño le encantaron las matemáticas y cómo fue su formación universitaria y sus primeros pasos laborales.

A principios de la década de 1960, llegó a Bariloche, para realizar su tesis de doctorado bajo la dirección de José Antonio Balseiro. El título de esa carrera de posgrado fue otorgado por la Universidad Nacional de Tucumán, si bien la investigación se realizó en la ciudad patagónica. Allí fue entonces su primer contacto con el entonces llamado “Instituto de Física”, hoy denominado Instituto Balseiro. Su tesis de Doctorado se titula: “Acoplamiento Spin-Orbita entre Nucleones”.

Al terminar su doctorado, realizó una estadía posdoctoral en la Universidad de California, Berkeley. Regresó a la Argentina en 1964 e, invitado por el profesor Alberto Maiztegui, dio clases en un curso de física en el entonces Instituto de Matemática, Astronomía y Física de la Universidad Nacional de Córdoba. En abril de ese mismo año regresó a Bariloche para empezar a trabajar en el Centro Atómico Bariloche y el Instituto Balseiro. Dedicó el resto de su vida a la física y a formar nuevos investigadores desde la docencia en el Balseiro. En 2009, fue designado profesor honorario de esta institución.

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Pionero. Blas Alascio (en el centro) junto a colegas de distintos grupos de física del Centro Atómico Bariloche y del Instituto Balseiro.

En el Balseiro, fue profesor en cursos de Mecánica Cuántica, Mecánica Estadística e innumerables cursos de Física del Sólido. Fue director de tesis de 12 doctorandos en este Instituto. Junto con su colega y amigo Arturo López Dávalos creó el grupo de Teoría de Sólidos en el Centro Atómico Bariloche, un grupo que en la actualidad tiene el nombre de “Teoría de la Materia Condensada”. Sus colegas Arturo López Dávalos, María Teresa Causa y Manuel Tovar enviaron también sus recuerdos, que se pueden leer en forma de columnas debajo de esta nota.

Recuerdos de ex alumnos

“Recordar a Blas es recordar tiempos de alegría, de disfrutar de hacer física, de compartir grandes momentos, en la oficina, en la montaña, en el jardín o en la mesa, pero sobre todo recordar a Blas es recordar a un gran Maestro”, expresa Carlos Balseiro, quien fue dirigido en su tesis por Alascio, quien, a su vez, había sido formado por el padre de Carlos, José Antonio, primer director del Instituto.

“Muchos hemos dedicado parte de nuestra vida a enseñar pero solo de algunos pocos elegidos se puede decir que han creado una escuela, una forma de pensar y de encarar problemas, de buscar la esencia de las cosas y sobre todo de disfrutar haciéndolo y de afianzar vocaciones. Blas fue uno de esos”, escribe Carlos Balseiro, ex director del Instituto, en un correo enviado al Área de Comunicación y Prensa para esta nota.

Otro de sus ex estudiantes, que también envió por correo electrónico unas palabras a modo de homenaje, es Gerardo Ortiz. Alascio fue director de su tesis de Licenciatura en Física en 1986, en el Balseiro. “Blas, junto a Carlos Balseiro, fueron quienes me enseñaron a dar los primeros pasos en la Ciencia. Y no podría haber tenido mejores maestros”, señala Ortiz, que trabaja en la actualidad en el Departamento de Física de Indiana University, en los Estados Unidos.

Sobre su director de tesis, Ortiz recuerda: “Su risa pícara entrelazada a su silencio suspicaz presagiaban una tormenta conceptual en mis cálculos. Siempre intuitivo, con una habilidad inusual para reconocer el ‘nudo gordiano’ del problema en discusión. Y la pregunta justa, esa pregunta que siempre buscamos y que solo algunos encuentran rápidamente. Su musa inspiradora perdurará en el corazón de todos sus alumnos. Oh Captain! My Captain!”.

Karen Hallberg, docente del Balseiro e investigadora en el grupo de Materia Condensada del Centro Atómico Bariloche, destaca que tiene los mejores recuerdos de Alascio. “Tengo los mejores recuerdos de Blas, para mí era un referente. Cuando tenía dudas o una idea subía corriendo a su oficina a discutir con él, siempre estaba disponible para esto. Te hacía tomar un marcador y te pedía que le expliques en detalle todo en el pizarrón. Y durante la discusión te iba preguntando y exprimiendo hasta que empezabas a entender la física de otra manera, mucho más clara”, cuenta la física, que toca el cello. Recuerda que cuando alguna vez fue a escucharla en un concierto, ella sintió que el profesor no solo la estaba acompañando, sino que la inspiraba a superarse, igual que con la física.

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Un referente. Blas Alascio, Karen Hallberg y Carlota Gamarra (de izq. a der.) en el Centro Atómico Bariloche.

“Blas estaba al tanto de los últimos resultados experimentales y siempre hacía referencia a ellos. Tenía una gran capacidad para simplificar el problema para extraer lo importante. Era muy pragmático. Ciertamente aprendí muchísimo de él. Todos, sus alumnos y los investigadores de materia condensada llevamos su impronta”, agrega Hallberg, quien es una especie de “nieta académica” de Alascio, ya que su director de tesis fue Carlos Balseiro, quien a su vez fue dirigido en su tesis de doctorado por Alascio.

José Lorenzana aporta sus recuerdos desde Roma, Italia, donde trabaja en el ISC (siglas en italiano de “Instituto para Sistemas Complejos) en la Sapienza Universidad de Roma, del Consiglio Nazionale delle Ricerche. “Tuve la suerte de conocer a Blas en esa edad en que uno es aún maleable y algunas personas te dejan una impresión indeleble. Blas fue una de las más significativas. Los primeros recuerdos son los de un maestro severo, al que le pedimos la tesis de Licenciatura, junto con Jorge Sofo, con temor y reverencia. Nos fascinó su manera de saborear la física como si fuera un buen vino; esa alegría de entender, que te urge compartir y es como un abrazo”.

“En poco tiempo el temor se convirtió en cariño y respeto. Nos enseñó a buscar la esencia simple de las cosas, algo que un cuarto de siglo de la rigurosa escuela de Física Teórica Italiana no han conseguido borrar. No lo entendí en ese momento, pero también estaba aprehendiendo a enseñar. Me doy cuenta cuando charlo con un estudiante y recuerdo su método tan personal y me salen sus palabras y sus gestos. Blas me enseñó a ser feliz con la siembra y pucha que sembró... Me gusta recordarlo contento de vernos a nosotros distribuyendo semillas”, expresa Lorenzana, quien realizó su tesis de Licenciatura, recibiéndose en 1988, bajo la dirección de Alascio y Carlos Balseiro.

Detalles de su trayectoria

Una particularidad del profesor Alascio es que cuando estudiaba en la UNT, se presentó a rendir el examen del Instituto de Física de Bariloche (hoy Instituto Balseiro). Si bien fue seleccionado para recibir una de las becas de los ingresantes de física, prefirió terminar su Licenciatura en Tucumán.

Las becas, no obstante, fueron importantes en su formación. Entre 1960-1962, obtuvo una beca otorgada por la UNT para realizar estudios sobre Teoría de Sólidos en el Instituto de Física de San Carlos de Bariloche, Universidad Nacional de Cuyo, con el primer director del Balseiro como guía. Entre 1962-1964, recibió una Beca Externa post-doctoral otorgada por la "Agency for International Development" (AID) para realizar investigaciones en la Universidad de California en Berkeley, en los Estados Unidos.

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Amistad. Roberto Iglesias, Saúl Oseroff, Blas Alascio y Arturo López Dávalos (de izq. a der.)

A principios de la década del `80, recibió el Premio "Teófilo Isnardi" 1982-1983, otorgado por la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Y desde 1998, fue fellow de la American Physical Society, una de las asociaciones de física más prestigiosas del mundo. También fue miembro de la Asociación Física Argentina.

A la par de su destacada carrera docente, se desempeñó como investigador de la CNEA desde 1964 y fue Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) desde 1984. En los períodos 1982-1984 y 1986-1995, fue Jefe del Departamento Investigación Básica del Centro Atómico Bariloche.

Asimismo, participó como científico visitante o miembro de comités en varios centros de investigación del extranjero, como por ejemplo el International Centre for Theoretical Physics (ICTP), de Trieste, Italia; la Sociedad Latinoamericana de Ciencias de Superficies, del Vacío y sus Aplicaciones (SLACS); y el Centro Internacional de Física de la Materia Condensada, de la Universidad de Brasilia, Brasil. Fue uno de los fundadores y miembro del Consejo Directivo de la Fundación Balseiro. Sus papers más citados y colaboradores se pueden consultar en este link.

Fue director de 14 tesis de Licenciatura en el Balseiro, y miembro de jurados de tesis doctorales y de evaluaciones de profesores, referee de revistas internacionales de física (Physical Review y Physical Review Letters), y miembro de Comisiones Asesoras del CONICET. También tuvo una activa participación en el convenio entre Argentina y el ICTP y como jurado de premios otorgados por asociaciones como la Academia de Ciencias del Tercer Mundo (TWAS, entre otras).

Karen Hallberg sintetizó en pocas palabras lo que muchos de sus colegas y alumnos sienten ante la partida del Profesor: “Gracias a Blas Alascio, contamos en Bariloche con un grupo de investigación de avanzada en la física de la materia condensada. Fue no sólo un pionero de la física del sólido en Latinoamérica sino también uno de los mejores profesores y excelente persona y amigo”. En pocas palabras: eternamente agradecidos.

SUBNOTA 1

Toda una vida de amistad

Por Arturo López Dávalos*

Mi amistad con Blas comenzó cuando nos encontramos en el primer año de la carrera de ingeniería en Tucumán. Como su padre era ingeniero, aprovechamos su teodolito para hacer las prácticas de topografía. Hicimos un informe prolijo de todas las prácticas, y dado que éramos el único grupo que contaba con ese material, los compañeros nos lo pedían para copiarlo.

A partir de ese comienzo, nuestra colaboración se extendió a las demás materias. En particular interesamos al profesor de física, Augusto Battig a que nos hiciera medir el ciclo de histéresis de un núcleo de hierro. A partir de ese momento comenzamos una competencia amigable, presentándonos a las convocatorias para cargos de Ayudante Alumno, especialmente en Análisis I y Análisis II. En esas presentaciones, Blas se destacaba por el enfoque intuitivo con que encaraba los ejercicios de matemática.

Como a muchos otros, el cartelito azul de la CNEA con la palabra BECAS resultó un anzuelo efectivo que nos llevó a presentarnos como aspirantes a ingresar al Instituto de Física de Bariloche. Antes de presentarnos, consultamos a nuestro profesor de matemática, el Dr. Félix Herrera. Con sano criterio, Herrera nos sugirió que solicitáramos a Bariloche la lista de docentes del nuevo instituto. Cuando Herrera vio esa lista, no dudó en sugerirnos que nos postuláramos para ingresar.

Viajamos a Bs.As. para la entrevista de admisión que se usaba en esa época. Como los candidatos proveníamos de alguna de las seis universidades nacionales que había entonces, no se consideraba necesaria la prueba técnica que se toma actualmente. De los cuatro candidatos de Tucumán que nos presentamos, tres fuimos admitidos.

Blas decidió no tomar la beca de Bariloche y regresó a Tucumán para completar la licenciatura; un año después vino a Bariloche para trabajar en una tesis doctoral bajo la dirección de Balseiro, en un tema de física nuclear. Luego, obtuvo otra beca para trabajar con Charles Kittel, en Berkeley, en temas de estado sólido.

Cuando ambos regresamos al país en 1970, el apoyo que Blas me brindó fue fundamental para que pudiera finalizar mi tesis doctoral, que había comenzado en Viena, bajo la dirección de W. Thirring.

A partir de ese momento comenzamos a trabajar en conjunto y logramos generar un grupo dedicado al estudio de la materia condensada, que tuvo reconocimiento. Un indicador de la calidad de ese grupo surge a través del seguimiento de los investigadores que en él se formaron, que ahora ocupan puestos de relevancia en el país y en el extranjero.

Para finalizar, y en otro orden de ideas, quisiera mencionar la eficiencia con que realizó las tareas de gestión a la que fue convocado y la decisión con que apoyó, junto a Francisco de la Cruz la creación y puesta en marcha de la Fundación Balseiro.

*Egresado y profesor honorario del Instituto Balseiro, y co-fundador del grupo de Teoría de Sólidos del Centro Atómico Bariloche.

SUBNOTA 2

Recordando a Blas Alascio

Por María Teresa Causa y Manuel Tovar*

Hace mucho que conocemos a Blas. Él fue profesor nuestro en el Instituto Balseiro, nuestro amigo y, ya como profesionales, fuimos colegas en el espacio de Física del Sólido del CAB. Nos acercaron temas de interés común sumando su visión como físico teórico con la nuestra desde la física experimental. Hasta compartimos la formación de pos grado de algunos de sus estudiantes.

Pensamos en Blas trabajando y lo vemos trabajando feliz, disfrutando. Un “de repente” aparecía en el laboratorio, se sentaba y pedía “que le contáramos”. Sus preguntas iban al hueso con un papel y un lápiz, una fórmula, pocas cuentas y un relato. Y si no estaba claro volvía y volvía… Un gran compañero de trabajo, fueron hermosos momentos de ardua discusión. Hablando de “cuentas”, uno de sus estudiantes resaltó en una oportunidad su claridad conceptual mencionando que Blas fue un profesor que “sabía el resultado antes de hacer las cuentas”.

La forma de aproximarse a un problema muchas veces era el desafío. Hace unos años, el 2011 tal vez, llega un día diciendo: escuché por ahí que ya no hace falta la física del sólido, que se terminó…y ya no hay nada para hacer; anduvo un tiempo con esa historia y volvía y volvía… Hasta desarrolló este tema en un workshop, algunos se deben acordar. La simulación computacional, una nueva forma de hacer ciencia, parecía competir exitosamente con la tradicional. Pero, ¿y el experimento? Una cosa es la especulación, otra el objeto material…
En fin, hermosos momentos que vamos a extrañar profundamente.

*Egresados y docentes del Instituto Balseiro e investigadores del Laboratorio de Resonancias Magnéticas del CAB.

 

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Por Laura García Oviedo

Área de Comunicación Institucional

Instituto Balseiro. 

San Carlos de Bariloche, 10/02/2021

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