Contactos      Bustillo km 9,5  Bariloche, RN, Argentina, R8402AGP

“Hay que aportar posiciones e ideas nuevas, siempre arrastran la oposición”- Parte II

Uno de los primeros docentes del Instituto Balseiro, Alberto Maiztegui, cuenta detalles en esta entrevista (segunda parte) sobre los primeros tiempos del entonces Instituto de Física de Bariloche. El Área de Comunicación del Instituto Balseiro publica esta nota en el marco del 62º aniversario del inicio de clases de esta institución dependiente de la CNEA y la UNCuyo.

Fecha de publicación: 01/08/2017

Tras su paso por el Instituto Balseiro, Alberto Maiztegui se mudó a Córdoba, donde fue director del entonces Instituto de Matemática, Astronomía y Física (IMAF) además de incursionar en la organización de las primeras ferias de ciencias de Argentina. Maiztegui co-organizó las primeras Olimpíadas Argentinas de Física y fue co-fundador de la Asociación de Profesores de Física de la Argentina (APFA). Fue también presidente por doce años de la Academia Nacional de Ciencias, fundada por Sarmiento en 1869, en la ciudad de Córdoba.

Si bien Alberto Maiztegui se recibió en la Universidad de Buenos Aires de Doctor en Ciencias Físico-Matemáticas en 1960, con la tesis realizada en el Instituto Balseiro y el Centro Atómico Bariloche, luego prefirió dedicarse a formar a nuevos científicos y a organizar las instituciones en las que trabajó. Como un libro abierto, relata en esta segunda parte de la entrevista realizada en Bariloche fragmentos de la historia del Instituto Balseiro y, a la par, de la física argentina, además de opinar sobre qué debería tener en cuenta un nuevo libro de física para escuelas secundarias*.

-Luego de mudarse a Córdoba, ¿volvió alguna vez como profesor invitado al Instituto?
-No, no volví como profesor invitado, salvo para hacer algunos cursos para profesores de enseñanza secundaria. Otra cosa que me satisface referir es que fui el iniciador de las ferias de ciencias en la Argentina. Y las inicié como director del IMAF en la ciudad de Córdoba. En el año ‘67 se hizo la primera feria de ciencias. Tiene una importancia muy fuerte en cuanto a la vinculación de investigadores con docentes y con estudiantes. El objetivo era que en las exposiciones que se hacían en las ferias hubiera un contacto ligero, liviano, entre investigadores y estudiantes, entre investigadores y los profesores asesores de los estudiantes. O sea una conexión de la universidad con los distintos niveles de la educación.

-¿Recuerda algún profesor o investigador que lo haya marcado cuando usted era estudiante?
-Gaviola, que fue director del Observatorio Astronómico de Córdoba. Era un hombre singular, de altísimo nivel intelectual y personal. Era un modelo de persona, con muchos defectos también, porque era humano, en particular en sus decisiones políticas. Él era muy rígido. Renunció cuando no estuvo de acuerdo con el Ministerio de Educación de la Nación y le aceptaron la renuncia, que podrían habérsela rechazado pero no comprendían entonces a un hombre como Gaviola. Él fue el que, entre sus decisiones significativas para la Argentina, decidió contratar a Guido Beck, un físico de primera línea que en el año ‘43 estaba huyendo de los nazis por ser judío. Siempre digo que Gaviola hizo una malversación de cargos porque contrató a Beck como astrofísico cuando en realidad era físico teórico.

-Gaviola contrató entonces a Guido Beck, que más tarde fue profesor en el Instituto de Física de Bariloche...
-Guido Beck fue maestro de Balseiro. Balseiro era, inicialmente, cuando se recibió en la Universidad Nacional de La Plata de Doctor en Física, un físico experimental. En su contacto con Beck, en el Observatorio de Córdoba donde se había instalado Balseiro contratado por Gaviola, la presencia de Don Guido Beck le cambió la especialidad a Balseiro y lo transformó en físico teórico. Guido Beck y Enrique Gaviola, entre otros, influyeron muchísimo en el desarrollo de la física en Argentina. Fueron de los principales responsables de la organización de la Asociación Física Argentina que se creó en La Plata en 1944.

-A usted también lo mencionan como uno de los referentes de la física argentina...
-No, no. Mis contribuciones principales fueron en la educación de la física pero no como investigador, repito, porque quiero que quede claro. Fue parte de mi vida dedicarme a la organización de la ciencia en las instituciones donde pude trabajar.

-¿Qué le diría ahora a un docente que lea esta nota? ¿Quizás alguna clave para entusiasmar a los chicos a estudiar ciencia?
-Bueno, les diría que es importante trabajar con los estudiantes de una manera ejemplar entregándoles todo lo que puede ser capaz de entregar. Y, principalmente, entregarles todo eso con amor, con amor a la docencia y con amor a la juventud.

-Cambiando de tema, ¿qué piensa sobre el informe de Balseiro con respecto al proyecto de la Isla Huemul?
-Ese informe fue la clave para dejar a un lado a Richter y sus pretendidas investigaciones. No sé si Richter era honesto o deshonesto pero estaba errado, eso sí. El informe de Balseiro fue fundamental para separarlo de los trabajos que venía haciendo en la isla Huemul

-¿Y cómo influyó lo que pasó en la isla Huemul con el nacimiento del Instituto?
-(risas) Recuerdo algo con mucha gracia. Jorge Sábato dijo una vez que habría que hacerle un monumento a Richter, en forma irónica, porque Richter eligió Bariloche como su sede de sus trabajos y eso dio origen a la creación, posteriormente, del Instituto de Física y del Centro Atómico Bariloche. Las cosas extrañas de la vida... que una cuestión tan fallida como la de Richter, una aventura tan pobre, da origen a una institución como el Balseiro y el Centro Atómico Bariloche, que realmente es de primera línea en el país y muy respetada en todo el mundo. Las incongruencias de la vida que tienen esos altibajos son realmente misteriosas.

-¿Qué puede contar de Jorge Sábato, con quien es autor del libro “Introducción a la Física”, el famoso “Maiztegui Sábato”?
-Ese libro de física es muy curioso... Calculo, así en forma global, que unos 5 millones de chicos latinoamericanos han estudiado física por nuestro libro. Y fíjese que fue una de mis obras significativas de las que estoy orgulloso. Lo digo sin pudor. Teníamos Sábato 24 años y yo 28 años de edad. Tanto Jorge como yo éramos profesores de física egresados del Instituto Nacional de Profesorado Secundario de Buenos Aires. Esa formación que nos dio aquel Instituto fue la que transmitimos en el libro. La característica fundamental del libro, aparte de que contiene buena física, fue la presentación didáctica de los temas, con sencillez, con un lenguaje limpio pero no rígido. E incluía ejemplos de la vida diaria que hizo factible acceder a los chicos a comprender los fenómenos físicos de la vida diaria como parte de un curso de física.

-¿Por qué empezaron a escribirlo?
-Esa es otra historia. La editorial Kapelusz había publicado el libro de física de los ingenieros Galloni y Fernández, que era un muy buen libro pero didácticamente, yo le diría, un poco rígido. Eso fue lo que cambiamos nosotros. Ellos tuvieron muchísimo éxito porque era un buen libro. Tanto acceso tuvo que cuando terminó el contrato de Fernández y Galloni con Kapelusz, ellos, los autores decidieron separarse de la editorial y editarlo por cuenta propia. Entonces Kapelusz se quedó sin textos de física para la enseñanza secundaria.

-¿Cómo llegaron a contactarlos a ustedes?
-Por una vinculación de la editorial con Ernesto Sábato, el escritor tío de Jorge, hizo que Kapelusz le propusiera a Ernesto que escribiera el libro. Ernesto nos presentó en Kapelusz como posibles autores a Jorge, su sobrino, y a mí, que me conocía como alumno del profesorado. Kapelusz aceptó y nos dio rienda libre.

-¿Cómo fue la experiencia de escribir el libro?
-Hicimos el libro con ideas nuestras sin recibir ninguna indicación o exigencia de la editorial. El programa que desarrollamos en el libro no tenía nada que ver, o muy poco que ver, por lo menos en el orden de los temas, con el programa oficial. Hicimos un programa nuestro. Kapelusz aceptó y el primer tomo salió en el año ’52; y el segundo tomo salió en el año ‘55. Además incluimos en nuestros libros algo que ni estaba en los programas oficiales ni en las publicaciones de otros textos: eran temas de física moderna. Esa fue también una de las novedades el libro.

-¿Le dan ganas de actualizarlo?
-Mire, déjeme decirle algo. Acá ha pasado una cosa muy importante, y ya no tengo fuerzas para encararla. Es la irrupción de la informática y la computación. Habría que revisar los textos teniendo presente que la computadora forma parte de la vida de un estudiante. Entonces hay que introducir la computación en los textos actuales. Diría que no sólo de física sino de cualquiera, hasta de historia. Ese es un trabajo mayúsculo que ya no puedo hacer. A mí me gustaría, lo he pensado pero no puedo. Ahora me digo que estoy como jubilado full time (risas).

-¿Cómo describiría a José Antonio Balseiro?
-Conozco dos facetas de Balseiro. Una, la personal y amistosa, que siempre comento que me llamaba la atención la sencillez de Balseiro en su vida personal. Era un hombre común. En cambio, profesionalmente era un adalid, sin ninguna figuración. Con una sencillez, penetraba en la gente que lo rodeaba y que trabajaba con él. Tenía la virtud que está a la vista con lo que hizo en el Instituto. Porque lo que hizo con el Instituto lo hizo merced a ese espíritu que él transmitió. Era la fuerza de esos valores que ponía: la sinceridad, la honradez, el respeto al trabajo ajeno. “El respeto al trabajo ajeno”, que si no me equivoco es una frase que figura en el discurso de Balseiro. Eso era Balseiro, un hombre simple pero fuerte.

-Leí una anécdota de la primera promoción de estudiantes que una vez estaban tan cansados que fueron a plantearle a Balseiro que no daban más y que él les dijo “bueno, mañana se van de excursión” y después ya volvieron a tomar el ritmo normal.
-Eso fue con la primera promoción, diría en el segundo mes de estar trabajando. La exigencia era muy fuerte, entonces se planteó el asunto de que había un exceso de exigencia. En el afán de formarlos y de darles lo mejor había un exceso del requerimiento de esfuerzo. Y pasó eso efectivamente: los estudiantes fueron a pasear, se declaró feriado ese día (risas). Y se cambió el plan de estudios. La idea era hacerlo en tres años y, a partir de ese momento, no recuerdo exactamente, se recibieron en tres años y medio.

-¿Recuerda alguna otra anécdota sobre Balseiro?
-Pasó una cosa muy interesante con uno de los estudiantes, Olcese, que fue a verlo un día a Balseiro y le dijo: “Esto es demasiado para mí, yo no soy capaz de seguir estos estudios”. Luego Balseiro me dice: “Che, me ha pasado esto, se va Olcese”. Pero uno de los compañeros de Olcese le robó el boleto del tren. Fue a la estación, lo devolvió y le dio la plata a Olcese (risas). Esa noche fue una algarabía con los estudiantes con las novedades. ¿Usted se da cuenta el ambiente que había? Y lo interesante es que Olcese, años después, fue director del instituto.

-Un ambiente muy familiar...
-Te cuento una más: Estábamos tomando el examen final de Laboratorio y estaba finalizando el examen de uno de los chicos. Entonces se abre la puerta y se asoma Paco (N. de la R.: Francisco de la Cruz, egresado de la cuarta promoción de Licenciados en Físicas de este instituto), en el momento en que ya estábamos despachando al que había dado el examen. Entonces lo miro al Paco y le digo: “Venga, vamos a rendir el examen”. “No, no, no” decía. Lo hicimos pasar y él se desesperaba porque estaba en pantuflas (risas)... Él venía de su habitación que estaba al lado en el otro pabellón. Sólo se había asomado a pispear qué estábamos haciendo. Le fue bien en el examen. Esto lo cuento para mostrar que la relación entre los docentes y los alumnos era tal que uno sabía perfectamente... El examen se tomaba a lo largo del cuatrimestre, al final del ciclo ya estaba tomado el examen.

-¿Mantiene la amistad con sus ex alumnos?
-Cuando nos juntamos parece que nos hubiéramos visto ayer, una cosa muy linda. Una cosa afectivamente muy fuerte. Esa es una de las cosas que yo reservo en el corazón, las relaciones personales con la familia Balseiro y con los estudiantes.

-¿Qué opina sobre estos supuestos enfrentamientos que se dice que hay a veces entre universidades nacionales y el Balseiro? ¿No habría que generar una sinergia?
-Déjelos que se peleen (risas). Hay que aportar posiciones e ideas nuevas, siempre arrastran a la oposición. Mientras sea honesta, bienvenida.

-En la actualidad el Instituto Balseiro tiene en total once carreras de física e ingeniería: cuatro de grado y siete posgrado. ¿Se imaginaba que iba a crecer tanto?
-No. Confieso que me sorprenden las dimensiones que han tomado el Centro Atómico y el Instituto. Es algo totalmente sorprendente y confortante. Con todas las dificultades que ha habido, porque la lucha es permanente por esto, por lo otro, por lo de más allá. Y el trabajo es permanente para subsistir y para avanzar. El INVAP, por ejemplo que es un desprendimiento del Balseiro. Eso se ha logrado con el esfuerzo y con la consagración a la institución.

Ir a la primera parte de la entrevista: en este link.

*Esta entrevista contó con varios pasos hasta finalmente poder ser publicada. Fue realizada en Bariloche por la Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA) y periodista científica Laura García Oviedo, responsable del Área de Comunicación del Instituto Balseiro, en el verano de 2014. A principios de 2017, fue desgrabada en Mendoza por la becaria del Área, la estudiante de Comunicación Social (UNCuyo) Victoria Posada. La edición fue realizada por García Oviedo y finalmente fue publicada en ocasión de este nuevo aniversario del inicio de clases.

Información adicional

  • Entrevistado: Dr. Alberto Maiztegui