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El ingeniero rionegrino Miguel San Martín trabaja en las misiones que llevan robots a Marte. Cómo llegó a trabajar en el mítico JPL de la NASA, cómo es trabajar allí y cuáles son sus planes a futuro forman parte de esta entrevista realizada un día antes de su participación como expositor en el evento “Migración de ideas”, organizado en Bariloche por Fundación Balseiro. 

Fecha de publicación: 11/11/2022

“Perserverancia” es uno de los robots de la Tierra que están de visita en Marte. Con sus ojos-cámara y sus brazos robotizados, el vehículo “rover” recolecta muestras del suelo y envía información científica para develar los secretos marcianos. Antes de esa misión, que aún está activa, hubo muchas más similares. En todas las que tuvieron éxito, es decir, aquellas en las que se logró que los rovers descendieran “sin un rasguño”, participó el ingeniero argentino Miguel San Martín. Lo hizo desde su trabajo como Jefe de Ingeniería para el Guiado, Navegación y Control de naves espaciales del JPL (siglas en inglés de “Laboratorio de Propulsión a Chorro”) de la agencia espacial estadounidense NASA.

Invitado a participar en el evento “Migración de ideas”, que se realizó el sábado 29 de octubre en Bariloche (y que se puede ver en video en migraciondeideas.org), Miguel San Martín llegó a Bariloche. Un día antes de su presentación como orador en ese evento, que es organizado por Fundación Balseiro con el objetivo de crear diálogos entre las ciencias, la cultura, la educación y el mundo empresarial, San Martín visitó el campus del Instituto Balseiro (CNEA-UNCUYO) y el Centro Atómico Bariloche. Allí dio esta entrevista, cuya versión “en crudo” también se puede ver en el canal de YouTube “Instituto Balseiro” (bit.ly/youtubebalseiro).

A sus 63 años, el ingeniero es rionegrino (nació en Villa Regina, Argentina) y es egresado del colegio industrial Pío Nono. Vive en los Estados Unidos, donde se recibió de ingeniero electrónico en la Syracuse University y de Magíster en Ingeniería Aeronáutica y Astronáutica en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). En su CV se incluye haber trabajado en sistemas de Guiado, Navegación y Control de misiones que lograron “amartizar” a los rovers Pathfinder, Spirit, Opportunity, Curiosity y Perserverance en el planeta rojo.

Apasionado de su trabajo, ante la consulta de cuáles son sus tres hobbies favoritos, responde: “Aunque queda mal decirlo, mi trabajo es mi Hobby número uno, porque realmente lo disfruto y le invierto mucho tiempo”. Aunque también cuenta que otro hobby es escuchar todo tipo de música, y que le gusta mucho el jazz. “Y comer, obviamente, como buen argentino”. Además, cuenta que le fascina leer sobre la historia del proyecto Apolo y opina que muchos de esos libros “son casi ciencia ficción”. Una de sus películas favoritas es Apolo 13 y que también le gustó mucho la serie “The Wright Stuff”.

-¿Cómo es trabajar en el JPL?

-En cierto modo es un ambiente que les resultaría familiar a ustedes porque es académico. Dependemos de Caltech. La NASA está organizado en diferentes centros que están geográficamente distribuidos, no todos conocen: el Johnson Space Center en Houston, el Kennedy Space Center en Florida, y hay varios más. El JPL está en Pasadena, en el área de Los Ángeles, pero es distinto al resto de los centros de la Nasa en que depende de Caltech. La NASA tiene un contrato con la universidad de Caltech para operar el JPL. Entonces tenemos una conexión con el mundo académico que hace que uno se sienta un poco más como una universidad. Y la onda es así, de ese tipo de más académica y más relajada. En ese sentido los estudiantes del Balseiro se sentirían muy cómodos porque es ese estilo. Obviamente se trabaja muy duro pero se trata de ser informal pero eficiente, obviamente, sino no podríamos hacer las misiones.

-Trabajás hace más de 30 años allí, ¿cómo fue que llegaste al JPL?

-Es una larga historia: puedo decir que empezó bajo los cielos patagónicos de Villa Regina cuando de chico ya tenía pasión por la ingeniería. Íbamos a la tranquera donde se veía un cielo hermoso y mi padre me enseñaba las estrellas. Él era ingeniero civil así que para para hacer caminos en la Patagonia se tenía que guiar por estrellas. No existía el GPS en aquella época. Así que conocía las constelaciones. Ésa fue mi primera entrada a amar el cielo, el universo. Después vino el proyecto Apolo y luego vino el proyecto Viking, que justo yo estaba en Villa Regina en vacaciones de invierno cuando aterrizó. Esa mañana cuando fui al pueblo, que se hacían las compras siempre a la mañana, fui al kiosquito y el diario Río Negro tenía la foto de la patita de la sonda en la superficie de Marte. Ahí me dije: “Esto es lo que yo quiero hacer”. El próximo paso fue preguntarme cómo hago eso y mi padre sugirió: “Andá a hacer la universidad…”. (N. de la R.: a los Estados Unidos).

-¿Tenías chances de ir allá? ¿Tenías familia en los Estados Unidos?

-No, no tenía nada y mi inglés era bastante precario. Sabía todo lo que te enseñan en el colegio, toda la gramática pero no podía hablar ni mucho menos escuchar. Había ido al colegio técnico, al Pío Nono. En esa parte me sentía muy bien preparado: en la matemática, la física, la electrónica. Pero tenía el inglés, a pesar de haberlo estudiado toda mi vida, con muchos problemas. Por suerte lo que sí tenía mi favor era que mi padre me podía costear los estudios. Así que terminé el colegio de secundario en diciembre y en enero ya partí para Estados Unidos, sin un plan concreto, a buscarle la vuelta. Logré que me aceptaran en Syracuse University. Fracasé en entrar a Cornell, que es una universidad muy prestigiosa. No me aceptaron y por un momento parecía que toda la aventura no iba a durar ni un año. Pero le encontré la vuelta para que me aceptaran en Syracuse University, donde saqué muy buenas notas. Después pude aplicar a varias universidades y me aceptaron este en el MIT, en Stanford y Carnegie Mellon.

-¿Por qué elegiste el MIT?

-Elegí el MIT porque ahí fue donde habían desarrollado el sistema de guiado, navegación y control para Apolo. Así que este quería estudiar con esos profesores que habían participado de Apolo. Después, una vez que estás ahí, y te graduás de una universidad como el MIT, los centros de la NASA e incluso las industrias privadas van a buscar estudiantes. Así que como se presentó JPL, me puse el traje con corbata. Nadie usa traje con corbata en JPL pero yo no sabía (risas). Me entrevistaron, después me pagaron un viaje en avión, me hicieron otra entrevista y me ofrecieron un trabajo. Es el único trabajo que he tenido.

-Después vinieron los rovers: las misiones Magallanes a Venus, Casini a Saturno, Pathfinder a Marte. ¿Cómo es trabajar de ingeniero de robots que van a Marte?

-Y… A veces a uno le cuesta… Como toda actividad humana hay momentos de grandes frustraciones porque todas estas aventuras están hechas por seres humanos. Nunca estamos todos de acuerdo en todo. Siempre hay dificultades, problemas de presupuesto… De vez en cuando, cuando estamos medios con el alma un poco en el piso, tenemos que decir: “Recordemos en lo que estamos trabajando. Estamos trabajando en poner una sonda en la superficie de Marte. Pretty cool”. Entonces eso nos vuelve a recargar las baterías.

-Pensar en el objetivo…

-Sí, el objetivo y poder superar todas las cosas que no son tan agradables. Pero el objetivo siempre está ahí. Y uno se acuerda después de haber tenido la primera experiencia. Ver un vehículo aterrizar en Marte y que uno tuvo algo que ver es una experiencia que nunca se olvida. Te ayuda para la próxima y la próxima… Pero no es todo fácil y divertido porque es como todas las cosas difíciles en la vida. Pero tiene una gran recompensa al final y eso lo que nos permite superar todas esas dificultades.

-¿Qué es lo que más te gusta de la ingeniería?

-Me encanta, frente a un problema… Siempre digo que nunca estoy tan feliz y miserable al mismo tiempo como cuando tengo un problema que resolver. Feliz, porque me gusta; y miserable, porque es trabajo. Es a veces desvelos, pasándote toda una noche mirando al techo tratando de buscarle la vuelta. No siempre ocurre pero cuando ocurre algo que me da tremenda cantidad de placer es poder llegar a la base del problema, a las raíces del problema. Muchas veces, veo que los ingenieros jóvenes saltan a buscar soluciones antes de entender el problema. Hay soluciones pero son soluciones que simplemente tratan los síntomas del problema y no la raíz. Lo más lo que más me divierte es tratar de buscar cuál es la raíz de ese problema. Muchas veces cuando vas a la raíz del problema, la solución es mucho más simple. Incluso la solución aparece sola cuando encontrás la raíz del problema. No siempre ocurre así pero cuando ocurre eso es lo que más me apasiona. Pero es una lucha buscar… Tiene que haber una razón detrás de este problema difícil, algo que es sencillo. Una vez que le sacas todo lo de arriba y está ahí abajo… La raíz del problema y la solución vienen juntas. Eso es lo que lo que me gusta la ingeniería.

-Está el debate del viaje tripulado a Marte o a la Luna … En una nota comentaste que todo el mundo se preocupaba por ir a Marte y que primero hay que regresar a la Luna. ¿Cómo pensás que van a ser los próximos años con respecto a los viajes tripulados?

-En primer lugar, sí, hay una tensión y no estamos todos de acuerdo en cuanto el valor de los vuelos tripulados. Hay muchos que piensan que las misiones robóticas son todo lo que deberíamos hacer. No estoy de acuerdo con eso. Me parece que una combinación de ambos es importante, porque el ser humano tiene el deseo de ir en forma personal a explorar diferentes mundos. Primero este mundo y ahora otros mundos. Y me parece que tal vez no se puede explicar por qué, pero que es una tendencia que nos ha redituado en la vida. Cuando se han ido, “Para qué te vas para allá” y “No sé pero yo voy para allá” y después descubrís América o algo descubrís… Te venís a la Patagonia y descubrís el lago Mascardi, Bariloche, todo lo que sea… Para mí es un instinto humano fundamental y tiene que ser parte también de explorar otros mundos.

-¿Y esto de ir a la Luna o a Marte?

-Claro, la Luna fue fácil relativamente, comparado con Marte. Marte es muy difícil. El problema es que aquellos que quieren ir a Marte derecho sin pasar por la Luna, porque son fanáticos de Marte y dicen “ya hicimos la Luna”, al final hacen que terminemos con nada porque es un salto demasiado grande. Así que finalmente en la NASA, en los Estados Unidos, hay un consenso importante, porque involucra a los políticos, que son quienes ponen los recursos, de que hay que ir primero a la Luna y aprender a vivir de los elementos de la Luna. Porque en la Luna quizás no necesitás tanto pero para Marte lo vamos a necesitar.

-Entonces la Luna es más que importante…

-La Luna sería un lugar para probar cómo podemos hacer combustibles de los materiales de los elementos que ya están en la Luna. Y construir una infraestructura para ir a la Luna con la que después sea más fácil hacer el puente a Marte. Así que hay una oficina dentro de la NASA para asegurarnos de que esto no sean simplemente palabras, que se llama “Moon to Mars”. Así que hay ya un grupo ya asegurándose de que todas las actividades de la Luna que se están haciendo tengan una proyección hacia Marte, a pesar de que el objetivo inmediato es la Luna y no Marte.

-La gran diferencia con respecto al programa Apolo es que ahora el sector privado también está apoyando fuertemente, no? Hay un trabajo en equipo con el sector privado.

-Exactamente. Es algo sutil porque aún en el proyecto Apolo la NASA trabajaba con la industria privada. Se hacían licitaciones pero el diseño era de la NASA. Es decir, la licitación era para construir la arquitectura elegida por la NASA. Si costaba más el gobierno le daba más plata a las compañías. Ahora la modalidad es distinta. Eso funcionó: se fueron a la Luna, todo perfecto. Incluso es la misma modalidad que están implementando ahora para construir este cohete, que es tipo Saturno 5, el SLS o Space Long System. Orion, que es una cápsula, también está construida de la vieja manera. Eso simplemente te pone astronautas en órbita de la Luna. Para transportarnos a la Luna y traerlos de vuelta a la órbita, la NASA hizo una licitación para un servicio. Así que la NASA no dice que quiere que construyan una nave espacial sino que dice “yo quiero pagar tanto por un viaje a la luna y vuelta”. Pagan el servicio y la compañía privada es dueña del Hardware.

-Un taxi…

-Ellos diseñan el taxi, lo operan y ponen plata de ellos también, lo cual es importante porque tienen participación y si les va mal, ellos también digamos pierden plata. La NASA les dice que busquen también a otros clientes porque les conviene que ellos vendan esos servicios, por ejemplo, a otros países.

-O para turismo espacial.

-El turismo espacial, por ejemplo. Porque eso hace que las compañías privadas sean más saludables y puedan bajar los costos para la NASA. Así que es una forma nueva de operar con el sector privado, que se empezó con reaprovisionamiento de la estación espacial. Eso lo hace SpaceX.

-¿Se viene una nueva era de viajes al espacio?

-Yo creo que sí, porque los costos están bajando y porque hay nuevas compañías como SpaceX y ahora está Blue Origins, que es de Bezos, que están desarrollando nuevas tecnologías. Por ejemplo, SpaceX utiliza cohetes reusables, y ha bajado los costos en forma dramática. A medida que bajen los costos habrá más oportunidades. Hay otras innovaciones. La NASA o el Departamento de Defensa necesita poner un satélite grande en el espacio con un cohete caro pero el cohete tiene capacidad para más, para “llevar en el baúl” un poco más. Entonces la gente pone ahí “cubesats”, que hoy en día hay chicos en colegio secundarios diseñando “cubesats”. Antes era algo de agencias espaciales gubernamentales. Hoy en día eso abrió la puerta a muchos para poder participar.

-En este programa, que se basa en décadas de esfuerzo, ¿cómo ves la posible participación de países como Argentina, de empresas y profesionales de Argentina?

-En primer lugar, CONAE e INVAP ya son parte de ese mundo. En el caso de CONAE e INVAP, que son los casos que yo conozco, con las misiones científicas en las que la NASA participa. Espero que haya más de eso porque realmente demuestra la capacidad de la Argentina para hacer esos proyectos. Y después está también la parte del “newspace”, como se le llama, con compañías como Satellogic, que forman parte de esta nueva forma de encarar el problema totalmente distinta, con costos mucho más bajos y con gran éxito. Hoy en día estas compañías pueden salir de muchos lugares; no es sólo Estados Unidos Europa, Europa, Rusia o China. Para la gente joven estamos viendo una época excelente de oportunidades. Si fuera joven ahora tendría otras oportunidades. No tendría que dejar el país como tuve que hacerlo en aquella época.

-Para ir terminando, porque tenés que ir a dar una charla. Algunas preguntas breves: ¿Cuál es tu rover favorito?

-No sé si tengo uno, porque todos han tenido su importancia. Tal vez Curiosity, porque fue un salto tecnológico tan grande, con el nuevo sistema.. Fue el primer aterrizaje “suave”, porque los anteriores fueron aterrizajes más mecánicos, tenían bolsas de aire, rebotaban.

-¿Vos desarrollaste el nuevo sistema, no?

-Fui uno. Se llama Skycrane, hay un helicóptero en Estados Unidos llamado así, que fue desarrollado por el Departamento de Defensa. Es un helicóptero enorme que lo utilizan para carga y por eso le ponen ese nombre.

-¿Fue un trabajo en equipo entonces?

-Fue un trabajo en equipo. La idea original provino de los ingenieros mecánicos. Ellos estaban tratando de resolver el problema de cómo hacer una vez que el vehículo aterriza… Si uno lo hace con la forma convencional, donde tenés una nave de descenso, una plataforma con patas que aterrizan como el Viking, y tenés todo el sistema de propulsión abajo tuyo, entonces ocurre que el rover te queda muy alto. ¿Cómo lo bajas? Necesitás poner rampas. Si es chiquito, poner rampas no es ningún problema. Pero estamos hablando de un rover que es del tamaño de un auto pequeño. No era fácil la cuestión. La idea fue ver qué pasaba si el sistema de producción estaba arriba. Cuando me preguntaron a mí como ingeniero de guiado y control, me dijeron. “Miguel, ¿vos pensás que se puede controlar este sistema? Yo digo: “Sí, no hay ningún… Sistema de control…”. Les pedí que pusieran el confluence point cerca del centro de masa… Hay un par de trucos que no son 100% esenciales pero que hizo que fuera más fácil de hacer. Hubo retoques que fueron de mi contribución pero hubo contribución de muchos.

-Quienes quieran saber más sobre este sistema, hay mucho material en internet.

-¡Sí!

-Estuviste en The Big Bang Theory. Qué divertido debe haber sido.

-Sí, nos invitaron, estuvo muy divertido. Presenciamos una filmación, que es muy interesante porque es todo muy técnico. Está muy bien pensado.

-Viste que al pobre ingeniero lo “bardean” bastante los tres físicos…

-Sí, pero esa serie hizo que los nerds sean cool. Hubo una época en la que no era así. Hoy en día ser nerd es cool. Y esa serie tuvo mucho que ver con eso. Y es bueno porque antes el “tragalibros”, al que le gustaba estudiar, no estaba bien considerado en la sociedad, no era alguien que se celebraba tanto en la sociedad lamentablemente.

-Es lindo además porque Penny, que es el personaje que “no sabe” de ciencia, va interactuando y en realidad se van compartiendo un montón de cosas de los dos mundos…

-Claro, exactamente. Se necesitan ambos.

-Ahora sí, últimas preguntas así podés ir a dar la charla: ¿Viajarías a la luna?

-Mmmm… En el Starship de SpaceX que se está construyendo, sí, porque va a ser muy cómodo. Pero en las cápsulas de Apolo creo que no podría honestamente.

-Irías como turista espacial más bien…

-Más como turista espacial.

-¿Y a Marte?

-A Marte mucho menos. A mí me apasiona diseñar las máquinas que utilizarían ellos para ir a Marte. Eso es lo que me apasiona. El viaje en sí mismo no es lo que me llamaba la atención. Lo que me llamaba la atención era diseñar un aparato que pudiera hacer esas cosas, que automáticamente se pudiera guiar en el espacio. Yo tenía lanchas a control remoto y siempre me parecía una cosa rara que uno pudiera guiar algo a distancia…

-Y utilizando las estrellas.

-Y utilizando las estrellas. Eso es lo que a mí me interesa, más que sentarme adentro adentro de una de una estación espacial o de una nave espacial manejándola.

-¿Querés comentar algo sobre tus próximos pasos y lo que estás trabajando ahora?

-El trabajo corriente mío es… El vehículo Perseverancia está ahora en Marte tomando muestras y encapsulándolas para traerlas a la Tierra. Estamos trabajando en la misión que las va a traer a la Tierra, y se llama Mars Sample Return. Son varias misiones en una, porque tiene varios componentes

-Es histórico porque es la primera vez que se van a traer muestras de Marte…

-Si esa es la última misión ya me puedo sentir contento y colgar los botines y listo…

-Muchas gracias.

-Muchas gracias a vos.

Por Laura García Oviedo para Prensa Migración de Ideas – Fundación Balseiro (link a la entrevista publicada en migraciondeideas.org: ver aquí).

Crédito foto: Marion Prieto / Instituto Balseiro

 

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Crédito foto: Laura García Oviedo, Prensa IB

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El ingeniero rionegrino Miguel San Martín trabaja en las misiones que llevan robots a Marte. Cómo llegó a trabajar en el mítico JPL de la NASA, cómo es trabajar allí y cuáles son sus planes a futuro forman parte de esta entrevista realizada un día antes de su participación como expositor en el evento “Migración de ideas”, organizado en Bariloche por Fundación Balseiro. 

Fecha de publicación: 11/11/2022

“Perserverancia” es uno de los robots de la Tierra que están de visita en Marte. Con sus ojos-cámara y sus brazos robotizados, el vehículo “rover” recolecta muestras del suelo y envía información científica para develar los secretos marcianos. Antes de esa misión, que aún está activa, hubo muchas más similares. En todas las que tuvieron éxito, es decir, aquellas en las que se logró que los rovers descendieran “sin un rasguño”, participó el ingeniero argentino Miguel San Martín. Lo hizo desde su trabajo como Jefe de Ingeniería para el Guiado, Navegación y Control de naves espaciales del JPL (siglas en inglés de “Laboratorio de Propulsión a Chorro”) de la agencia espacial estadounidense NASA.

Invitado a participar en el evento “Migración de ideas”, que se realizó el sábado 29 de octubre en Bariloche (y que se puede ver en video en migraciondeideas.org), Miguel San Martín llegó a Bariloche. Un día antes de su presentación como orador en ese evento, que es organizado por Fundación Balseiro con el objetivo de crear diálogos entre las ciencias, la cultura, la educación y el mundo empresarial, San Martín visitó el campus del Instituto Balseiro (CNEA-UNCUYO) y el Centro Atómico Bariloche. Allí dio esta entrevista, cuya versión “en crudo” también se puede ver en el canal de YouTube “Instituto Balseiro” (bit.ly/youtubebalseiro).

A sus 63 años, el ingeniero es rionegrino (nació en Villa Regina, Argentina) y es egresado del colegio industrial Pío Nono. Vive en los Estados Unidos, donde se recibió de ingeniero electrónico en la Syracuse University y de Magíster en Ingeniería Aeronáutica y Astronáutica en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). En su CV se incluye haber trabajado en sistemas de Guiado, Navegación y Control de misiones que lograron “amartizar” a los rovers Pathfinder, Spirit, Opportunity, Curiosity y Perserverance en el planeta rojo.

Apasionado de su trabajo, ante la consulta de cuáles son sus tres hobbies favoritos, responde: “Aunque queda mal decirlo, mi trabajo es mi Hobby número uno, porque realmente lo disfruto y le invierto mucho tiempo”. Aunque también cuenta que otro hobby es escuchar todo tipo de música, y que le gusta mucho el jazz. “Y comer, obviamente, como buen argentino”. Además, cuenta que le fascina leer sobre la historia del proyecto Apolo y opina que muchos de esos libros “son casi ciencia ficción”. Una de sus películas favoritas es Apolo 13 y que también le gustó mucho la serie “The Wright Stuff”.

-¿Cómo es trabajar en el JPL?

-En cierto modo es un ambiente que les resultaría familiar a ustedes porque es académico. Dependemos de Caltech. La NASA está organizado en diferentes centros que están geográficamente distribuidos, no todos conocen: el Johnson Space Center en Houston, el Kennedy Space Center en Florida, y hay varios más. El JPL está en Pasadena, en el área de Los Ángeles, pero es distinto al resto de los centros de la Nasa en que depende de Caltech. La NASA tiene un contrato con la universidad de Caltech para operar el JPL. Entonces tenemos una conexión con el mundo académico que hace que uno se sienta un poco más como una universidad. Y la onda es así, de ese tipo de más académica y más relajada. En ese sentido los estudiantes del Balseiro se sentirían muy cómodos porque es ese estilo. Obviamente se trabaja muy duro pero se trata de ser informal pero eficiente, obviamente, sino no podríamos hacer las misiones.

-Trabajás hace más de 30 años allí, ¿cómo fue que llegaste al JPL?

-Es una larga historia: puedo decir que empezó bajo los cielos patagónicos de Villa Regina cuando de chico ya tenía pasión por la ingeniería. Íbamos a la tranquera donde se veía un cielo hermoso y mi padre me enseñaba las estrellas. Él era ingeniero civil así que para para hacer caminos en la Patagonia se tenía que guiar por estrellas. No existía el GPS en aquella época. Así que conocía las constelaciones. Ésa fue mi primera entrada a amar el cielo, el universo. Después vino el proyecto Apolo y luego vino el proyecto Viking, que justo yo estaba en Villa Regina en vacaciones de invierno cuando aterrizó. Esa mañana cuando fui al pueblo, que se hacían las compras siempre a la mañana, fui al kiosquito y el diario Río Negro tenía la foto de la patita de la sonda en la superficie de Marte. Ahí me dije: “Esto es lo que yo quiero hacer”. El próximo paso fue preguntarme cómo hago eso y mi padre sugirió: “Andá a hacer la universidad…”. (N. de la R.: a los Estados Unidos).

-¿Tenías chances de ir allá? ¿Tenías familia en los Estados Unidos?

-No, no tenía nada y mi inglés era bastante precario. Sabía todo lo que te enseñan en el colegio, toda la gramática pero no podía hablar ni mucho menos escuchar. Había ido al colegio técnico, al Pío Nono. En esa parte me sentía muy bien preparado: en la matemática, la física, la electrónica. Pero tenía el inglés, a pesar de haberlo estudiado toda mi vida, con muchos problemas. Por suerte lo que sí tenía mi favor era que mi padre me podía costear los estudios. Así que terminé el colegio de secundario en diciembre y en enero ya partí para Estados Unidos, sin un plan concreto, a buscarle la vuelta. Logré que me aceptaran en Syracuse University. Fracasé en entrar a Cornell, que es una universidad muy prestigiosa. No me aceptaron y por un momento parecía que toda la aventura no iba a durar ni un año. Pero le encontré la vuelta para que me aceptaran en Syracuse University, donde saqué muy buenas notas. Después pude aplicar a varias universidades y me aceptaron este en el MIT, en Stanford y Carnegie Mellon.

-¿Por qué elegiste el MIT?

-Elegí el MIT porque ahí fue donde habían desarrollado el sistema de guiado, navegación y control para Apolo. Así que este quería estudiar con esos profesores que habían participado de Apolo. Después, una vez que estás ahí, y te graduás de una universidad como el MIT, los centros de la NASA e incluso las industrias privadas van a buscar estudiantes. Así que como se presentó JPL, me puse el traje con corbata. Nadie usa traje con corbata en JPL pero yo no sabía (risas). Me entrevistaron, después me pagaron un viaje en avión, me hicieron otra entrevista y me ofrecieron un trabajo. Es el único trabajo que he tenido.

-Después vinieron los rovers: las misiones Magallanes a Venus, Casini a Saturno, Pathfinder a Marte. ¿Cómo es trabajar de ingeniero de robots que van a Marte?

-Y… A veces a uno le cuesta… Como toda actividad humana hay momentos de grandes frustraciones porque todas estas aventuras están hechas por seres humanos. Nunca estamos todos de acuerdo en todo. Siempre hay dificultades, problemas de presupuesto… De vez en cuando, cuando estamos medios con el alma un poco en el piso, tenemos que decir: “Recordemos en lo que estamos trabajando. Estamos trabajando en poner una sonda en la superficie de Marte. Pretty cool”. Entonces eso nos vuelve a recargar las baterías.

-Pensar en el objetivo…

-Sí, el objetivo y poder superar todas las cosas que no son tan agradables. Pero el objetivo siempre está ahí. Y uno se acuerda después de haber tenido la primera experiencia. Ver un vehículo aterrizar en Marte y que uno tuvo algo que ver es una experiencia que nunca se olvida. Te ayuda para la próxima y la próxima… Pero no es todo fácil y divertido porque es como todas las cosas difíciles en la vida. Pero tiene una gran recompensa al final y eso lo que nos permite superar todas esas dificultades.

-¿Qué es lo que más te gusta de la ingeniería?

-Me encanta, frente a un problema… Siempre digo que nunca estoy tan feliz y miserable al mismo tiempo como cuando tengo un problema que resolver. Feliz, porque me gusta; y miserable, porque es trabajo. Es a veces desvelos, pasándote toda una noche mirando al techo tratando de buscarle la vuelta. No siempre ocurre pero cuando ocurre algo que me da tremenda cantidad de placer es poder llegar a la base del problema, a las raíces del problema. Muchas veces, veo que los ingenieros jóvenes saltan a buscar soluciones antes de entender el problema. Hay soluciones pero son soluciones que simplemente tratan los síntomas del problema y no la raíz. Lo más lo que más me divierte es tratar de buscar cuál es la raíz de ese problema. Muchas veces cuando vas a la raíz del problema, la solución es mucho más simple. Incluso la solución aparece sola cuando encontrás la raíz del problema. No siempre ocurre así pero cuando ocurre eso es lo que más me apasiona. Pero es una lucha buscar… Tiene que haber una razón detrás de este problema difícil, algo que es sencillo. Una vez que le sacas todo lo de arriba y está ahí abajo… La raíz del problema y la solución vienen juntas. Eso es lo que lo que me gusta la ingeniería.

-Está el debate del viaje tripulado a Marte o a la Luna … En una nota comentaste que todo el mundo se preocupaba por ir a Marte y que primero hay que regresar a la Luna. ¿Cómo pensás que van a ser los próximos años con respecto a los viajes tripulados?

-En primer lugar, sí, hay una tensión y no estamos todos de acuerdo en cuanto el valor de los vuelos tripulados. Hay muchos que piensan que las misiones robóticas son todo lo que deberíamos hacer. No estoy de acuerdo con eso. Me parece que una combinación de ambos es importante, porque el ser humano tiene el deseo de ir en forma personal a explorar diferentes mundos. Primero este mundo y ahora otros mundos. Y me parece que tal vez no se puede explicar por qué, pero que es una tendencia que nos ha redituado en la vida. Cuando se han ido, “Para qué te vas para allá” y “No sé pero yo voy para allá” y después descubrís América o algo descubrís… Te venís a la Patagonia y descubrís el lago Mascardi, Bariloche, todo lo que sea… Para mí es un instinto humano fundamental y tiene que ser parte también de explorar otros mundos.

-¿Y esto de ir a la Luna o a Marte?

-Claro, la Luna fue fácil relativamente, comparado con Marte. Marte es muy difícil. El problema es que aquellos que quieren ir a Marte derecho sin pasar por la Luna, porque son fanáticos de Marte y dicen “ya hicimos la Luna”, al final hacen que terminemos con nada porque es un salto demasiado grande. Así que finalmente en la NASA, en los Estados Unidos, hay un consenso importante, porque involucra a los políticos, que son quienes ponen los recursos, de que hay que ir primero a la Luna y aprender a vivir de los elementos de la Luna. Porque en la Luna quizás no necesitás tanto pero para Marte lo vamos a necesitar.

-Entonces la Luna es más que importante…

-La Luna sería un lugar para probar cómo podemos hacer combustibles de los materiales de los elementos que ya están en la Luna. Y construir una infraestructura para ir a la Luna con la que después sea más fácil hacer el puente a Marte. Así que hay una oficina dentro de la NASA para asegurarnos de que esto no sean simplemente palabras, que se llama “Moon to Mars”. Así que hay ya un grupo ya asegurándose de que todas las actividades de la Luna que se están haciendo tengan una proyección hacia Marte, a pesar de que el objetivo inmediato es la Luna y no Marte.

-La gran diferencia con respecto al programa Apolo es que ahora el sector privado también está apoyando fuertemente, no? Hay un trabajo en equipo con el sector privado.

-Exactamente. Es algo sutil porque aún en el proyecto Apolo la NASA trabajaba con la industria privada. Se hacían licitaciones pero el diseño era de la NASA. Es decir, la licitación era para construir la arquitectura elegida por la NASA. Si costaba más el gobierno le daba más plata a las compañías. Ahora la modalidad es distinta. Eso funcionó: se fueron a la Luna, todo perfecto. Incluso es la misma modalidad que están implementando ahora para construir este cohete, que es tipo Saturno 5, el SLS o Space Long System. Orion, que es una cápsula, también está construida de la vieja manera. Eso simplemente te pone astronautas en órbita de la Luna. Para transportarnos a la Luna y traerlos de vuelta a la órbita, la NASA hizo una licitación para un servicio. Así que la NASA no dice que quiere que construyan una nave espacial sino que dice “yo quiero pagar tanto por un viaje a la luna y vuelta”. Pagan el servicio y la compañía privada es dueña del Hardware.

-Un taxi…

-Ellos diseñan el taxi, lo operan y ponen plata de ellos también, lo cual es importante porque tienen participación y si les va mal, ellos también digamos pierden plata. La NASA les dice que busquen también a otros clientes porque les conviene que ellos vendan esos servicios, por ejemplo, a otros países.

-O para turismo espacial.

-El turismo espacial, por ejemplo. Porque eso hace que las compañías privadas sean más saludables y puedan bajar los costos para la NASA. Así que es una forma nueva de operar con el sector privado, que se empezó con reaprovisionamiento de la estación espacial. Eso lo hace SpaceX.

-¿Se viene una nueva era de viajes al espacio?

-Yo creo que sí, porque los costos están bajando y porque hay nuevas compañías como SpaceX y ahora está Blue Origins, que es de Bezos, que están desarrollando nuevas tecnologías. Por ejemplo, SpaceX utiliza cohetes reusables, y ha bajado los costos en forma dramática. A medida que bajen los costos habrá más oportunidades. Hay otras innovaciones. La NASA o el Departamento de Defensa necesita poner un satélite grande en el espacio con un cohete caro pero el cohete tiene capacidad para más, para “llevar en el baúl” un poco más. Entonces la gente pone ahí “cubesats”, que hoy en día hay chicos en colegio secundarios diseñando “cubesats”. Antes era algo de agencias espaciales gubernamentales. Hoy en día eso abrió la puerta a muchos para poder participar.

-En este programa, que se basa en décadas de esfuerzo, ¿cómo ves la posible participación de países como Argentina, de empresas y profesionales de Argentina?

-En primer lugar, CONAE e INVAP ya son parte de ese mundo. En el caso de CONAE e INVAP, que son los casos que yo conozco, con las misiones científicas en las que la NASA participa. Espero que haya más de eso porque realmente demuestra la capacidad de la Argentina para hacer esos proyectos. Y después está también la parte del “newspace”, como se le llama, con compañías como Satellogic, que forman parte de esta nueva forma de encarar el problema totalmente distinta, con costos mucho más bajos y con gran éxito. Hoy en día estas compañías pueden salir de muchos lugares; no es sólo Estados Unidos Europa, Europa, Rusia o China. Para la gente joven estamos viendo una época excelente de oportunidades. Si fuera joven ahora tendría otras oportunidades. No tendría que dejar el país como tuve que hacerlo en aquella época.

-Para ir terminando, porque tenés que ir a dar una charla. Algunas preguntas breves: ¿Cuál es tu rover favorito?

-No sé si tengo uno, porque todos han tenido su importancia. Tal vez Curiosity, porque fue un salto tecnológico tan grande, con el nuevo sistema.. Fue el primer aterrizaje “suave”, porque los anteriores fueron aterrizajes más mecánicos, tenían bolsas de aire, rebotaban.

-¿Vos desarrollaste el nuevo sistema, no?

-Fui uno. Se llama Skycrane, hay un helicóptero en Estados Unidos llamado así, que fue desarrollado por el Departamento de Defensa. Es un helicóptero enorme que lo utilizan para carga y por eso le ponen ese nombre.

-¿Fue un trabajo en equipo entonces?

-Fue un trabajo en equipo. La idea original provino de los ingenieros mecánicos. Ellos estaban tratando de resolver el problema de cómo hacer una vez que el vehículo aterriza… Si uno lo hace con la forma convencional, donde tenés una nave de descenso, una plataforma con patas que aterrizan como el Viking, y tenés todo el sistema de propulsión abajo tuyo, entonces ocurre que el rover te queda muy alto. ¿Cómo lo bajas? Necesitás poner rampas. Si es chiquito, poner rampas no es ningún problema. Pero estamos hablando de un rover que es del tamaño de un auto pequeño. No era fácil la cuestión. La idea fue ver qué pasaba si el sistema de producción estaba arriba. Cuando me preguntaron a mí como ingeniero de guiado y control, me dijeron. “Miguel, ¿vos pensás que se puede controlar este sistema? Yo digo: “Sí, no hay ningún… Sistema de control…”. Les pedí que pusieran el confluence point cerca del centro de masa… Hay un par de trucos que no son 100% esenciales pero que hizo que fuera más fácil de hacer. Hubo retoques que fueron de mi contribución pero hubo contribución de muchos.

-Quienes quieran saber más sobre este sistema, hay mucho material en internet.

-¡Sí!

-Estuviste en The Big Bang Theory. Qué divertido debe haber sido.

-Sí, nos invitaron, estuvo muy divertido. Presenciamos una filmación, que es muy interesante porque es todo muy técnico. Está muy bien pensado.

-Viste que al pobre ingeniero lo “bardean” bastante los tres físicos…

-Sí, pero esa serie hizo que los nerds sean cool. Hubo una época en la que no era así. Hoy en día ser nerd es cool. Y esa serie tuvo mucho que ver con eso. Y es bueno porque antes el “tragalibros”, al que le gustaba estudiar, no estaba bien considerado en la sociedad, no era alguien que se celebraba tanto en la sociedad lamentablemente.

-Es lindo además porque Penny, que es el personaje que “no sabe” de ciencia, va interactuando y en realidad se van compartiendo un montón de cosas de los dos mundos…

-Claro, exactamente. Se necesitan ambos.

-Ahora sí, últimas preguntas así podés ir a dar la charla: ¿Viajarías a la luna?

-Mmmm… En el Starship de SpaceX que se está construyendo, sí, porque va a ser muy cómodo. Pero en las cápsulas de Apolo creo que no podría honestamente.

-Irías como turista espacial más bien…

-Más como turista espacial.

-¿Y a Marte?

-A Marte mucho menos. A mí me apasiona diseñar las máquinas que utilizarían ellos para ir a Marte. Eso es lo que me apasiona. El viaje en sí mismo no es lo que me llamaba la atención. Lo que me llamaba la atención era diseñar un aparato que pudiera hacer esas cosas, que automáticamente se pudiera guiar en el espacio. Yo tenía lanchas a control remoto y siempre me parecía una cosa rara que uno pudiera guiar algo a distancia…

-Y utilizando las estrellas.

-Y utilizando las estrellas. Eso es lo que a mí me interesa, más que sentarme adentro adentro de una de una estación espacial o de una nave espacial manejándola.

-¿Querés comentar algo sobre tus próximos pasos y lo que estás trabajando ahora?

-El trabajo corriente mío es… El vehículo Perseverancia está ahora en Marte tomando muestras y encapsulándolas para traerlas a la Tierra. Estamos trabajando en la misión que las va a traer a la Tierra, y se llama Mars Sample Return. Son varias misiones en una, porque tiene varios componentes

-Es histórico porque es la primera vez que se van a traer muestras de Marte…

-Si esa es la última misión ya me puedo sentir contento y colgar los botines y listo…

-Muchas gracias.

-Muchas gracias a vos.

Por Laura García Oviedo para Prensa Migración de Ideas – Fundación Balseiro (link a la entrevista publicada en migraciondeideas.org: ver aquí).

Crédito foto: Marion Prieto / Instituto Balseiro

 

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Crédito foto: Laura García Oviedo, Prensa IB

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